Como os comenté en un post hace algunas semanas, he decidido hacer una serie dedicada a los diferentes espacios de nuestra casa y os iré contando la reforma que han sufrido. Arrancamos la serie con un espacio que creo que no os he enseñado todavía en ninguna foto: la cocina. En mi opinión, la cocina es uno de los espacios de una casa que hay que pensar con mayor detenimiento, porque una vez instalada ya no hay vuelta atrás. Me refiero a que no es igual las otras habitaciones donde siempre puedes darle otro aire cambiando algunos muebles o cortinas, la cocina normalmente se queda como está durante muchos años. En todos los pisos en los que hemos vivido, la cocina siempre ha estado separada del salón y del comedor y teniamos claro que si en algún momento diseñábamos nuestra propia cocina, íbamos a optar por cocina abierta.
Tanto mi marido como yo hemos crecido en casas donde la cocina, el salón y el comedor están abiertos y nos parece mucho más cómodo que tenerlo separado. Por eso uno de los requisitos imprescindibles a la hora de buscar casa era que la cocina estuviera abierta o que se pudiera abrir. En esta casa, al ser antigua, no era el caso, pero hablamos con el constructor y nuestra arquitecta y nos dijeron que se podía hacer. Así que eso fué una de las primeras cosas que nos pusimos a planear. Originalmente la puerta de la cocina estaba justo al lado de lo que ahora es la encimera, por lo que toda la superficie de trabajo que queda a la derecha no existía. Al tirar la pared lateral hemos podido añadir mucha más superficie de trabajo y armarios. Una de las cosas que más me gusta ahora es la cocina es muy luminosa y puedo por un lado la terraza y el jardín y por la otra ventana la calle.
Otra de las cosas que teníamos bastante claras es que queríamos una cocina completamente blanca. Esto en un primer momento puede parecer mala idea y pensar que se necesita limpiar mucho pero no es así. Una cocina abierta hay que mantenerla limpia y ordenada siempre (en mi opinión), si no es mejor tenerla aparte y poder cerrar la puerta si hay visita. La clave está en escoger acabados resistentes y fáciles de limpiar. En la pared nos decantamos por azulejos estilo metro (subway tiles) blancos. Este tipo de azulejos se pueden encontrar de varias formas aunque el tamaño siempre es similar. Sin embargo, los hay completamente planos o como los que hemos puesto nosotros que tienen un poco de relieve. Los planos quedaban aburridos en nuestra opoinión porque todo es blanco y por eso optamos por los de relieve. Decidimos alejarnos de piedras naturales como el mármol... que aunque quedan preciosas son más propensas a mancharse y/o a perder el brillo con el paso del tiempo. Otra elección que hay que hacer es la encimera. Los muebles de la cocina son de Ikea, pero teníamos claro que la encimera no lo sería. Queríamos una encimera duradera y despúes de darle muchas vueltas optamos por cuarzo blanco. El nuestro es el Absolute Blanc de la empresa Compac y no podemos estar más contentos. El cuarzo es muy resistente a las manchas y se limpia muy bien. Lo podéis encontrar en acabado mate o pulido como el nuestro. Con lo que sí hay que tener cuidado es con no poner cosas muy caleintes encima del cuarzo porque se quedará un cerco. Aparte de eso, es muy resistente.
El fregadero es de estilo granja (no está incrustado en la encimera, si no que es libre) y es muy amplio para fregar cómodamente ollas grandes. Además llega hasta la pared con lo que no se acumula agua ni suciedad entre el fregadero y la pared. Intentamos optimizar al máximo el almacenaje en la cocina, poniendo todos los armarios que nos fuera posible. Así que tenemos toda una pared con armarios de un metro que llegan al techo, y optamos por cajones abajo en lugar de puertas. Es muy cómodo poder sacar todo el cajón y no tener que estar rebuscando en el forndo de las baldas, además los cajones son muy amplios y guardamos allí todos los aparatos de cocina para tener la encimera lo más despejada posible. Así que allí van tostadora, exprimidor, gofrera, batidoras y todo lo que se te pueda ocurrir. En la pared de enfrente es donde tenemos la torre con el horno y el microondas. Optamos por poner el horno en alto por seguridad de Alexander, para que no lo pueda encender o abrir. Otra de las cosas que más me gustan es que las siguientes dos torres son dos despensas desde el suelo hasta el techo con cajones. Muchísimo espacio y lo puedes tener todo muy organizado. Luego ya viene la nevera y más almacenaje. En este lado decidimos no poner más armarios en la pared porque nos daba la sensación de que quedaría la cocina demasiado cargada. Así que tenemos dos baldas flotantes que descargan un poco y donde puedo poner algo de decoración y algunas plantas.
El suelo es de baldosas con óptica de madera, muy fáciles de limpiar. Además como no tienen un color uniforme, si hay alguna mancha o algo en el suelo se disimula muy bien.
Bueno, espero que oy haya gustado el tour por nuestra cocina y si tenéis alguna pregunta me la dejáis en los comentarios y estaré encantada de responderos.
Muchos saludos,
Pilar
