Con la semana santa a la vuelta de la esquina supongo que seremos muchos los que estamos planeando una escapada para recargar las pilas y descansar. En mi opinión, tener un bebé no debe frenarnos a la hora de hacer las cosas que más nos gustan, sino que simplemente deberemos adaptar la forma de hacerlas a las nuevas circunstancias. Una de las cosas que más nos gusta hacer a nosotros es viajar, y aunque no podamos ir de vacaciones como antes, sí podemos disfrutar de nuestras escapadas de otra manera.
Como ya os he comentado en otros posts, mi familia vive en L'Olleria (Valencia), así que volamos regularmente para visitarles. En el primer vuelo que hicimos los tres, Alexander tenía sólo un mes y medio. Ya os podeis imaginar lo nerviosa que iba yo por el aeropuerto. Y la verdad, es que fué como la seda. Lo bueno de volar con recién nacidos es que suelen dormir duarante todo el viaje y no se enteran de nada. Por ahora, hemos volado dos veces con él, y siempre ha funcionado muy bien. Eso sí, hay que ir un poco preparados para las situaciones en las que te puedas encontrar.
A la hora de reservar los asientos, nosotros optamos por coger el de la ventana, ya que tendrás mucha más privacidad a la hora de dar el pecho, o si ya es un poco más mayor, se entretienen mirando por la ventana. Además, las familias con bebés siempre embarcan al avión antes que el resto de pasajeros, así que para colocar el equipaje de mano no tendréis ningún problema.
A la hora de movernos por el aeropuerto, nosotros optamos por una mochila portabebés las primeras veces. Nos resultó muy práctico ya que siempre tienes las dos manos libres, y el contacto con la madre o el padre les tranquiliza mucho. En mi opinión esto es una muy buena forma de viajar hasta que el bebé tiene más o menos seis meses. A partir de ese momento, ya pesan demasiado para llevarlos tantas horas en el portabebés y además, como ya no duermen tanto rato no quieren estar tan limitados de movimiento.
Alexander esta semana ya cumple los seis meses y por eso hemos comprado un buggy plegable para llevarlo de viaje. Digo lo de los seis meses, porque la mayoría de buggies no se pueden usar antes de ese tiempo, ya que la espalda de bebé debe estar completamente desarrollada antes de sentarlos en ese tipo de carritos porque no ofrecen un soporte como un carrito normal.
Después de mucho buscar nosotros nos hemos decantado por el Nuna Pepp Luxx 2015 en color negro. Nos gustó que las ruedas son un poco más grandes que las de otros buggies, y que se puede usar hasta los 18 Kg, cuando en la mayoría el límite son 15 Kg.
La cesta de abajo es suficiente para un carrito pensado para viajar, además se puede quitar con facilidad y nos gusta también que el reposapiés se puede subir o bajar según la altura del bebé. El manillar tiene cinco alturas, así que para los más altos también resulta muy práctico. Además el respaldo tiene tres posiciones.
La capota, como podeis ver, tiene una posición normal y otra para cuando hace mucho sol o cuando el bebé duerme. Se convierte en una capota que baja mucho y lo proteje ya que la tela , sin embargo a los lados tiene tela de red que permite el paso de aire y no permite que el bebé sude.
Para que un buggy sea práctico a la hora de viajar es muy importante la facilidad para plegarlo y desplegarlo. Este se pliega sobre si mismo (se hace más corto, no más delgado). Esto nos permite que quepa en cualquier maletero de coche ya que no es demasiado largo cuando está plegado.
A la hora de despegar y aterrizar les pueden molestar los oídos, y para que esto no ocurra lo mejor es que succionen algo. Lo más efectivo es darles el pecho o el biberón en ese momento, o un chupete. Por supuesto, ropa de recambio y algún juguete no pueden faltar.
Espero que os haya gustado la entrada de hoy, y que si teneis alún truco para volar con bebés que os funciona me lo dejéis en los comentarios.
Disfrutad mucho de los viajes con los peques.
Muchos saludos,
Pilar
